lunes, 26 de octubre de 2009

¿Como chamuyar a una chica? - Los lugares donde chamuyar

LOS LUGARES

Chamuyar, se puede chamuyar en cualquier lado. Lo sé, lo sabemos. Es así, en el ambiente se sabe. Pero, aún así, hay algunos lugares por defecto a los que concurrimos una vez y otra vez en búsqueda de carne nene, de carne. Aquí están estos son.


El Boliche


Y sí…. Y sí. Qué esperabas, es el escenario de la vida, la cancha de fútbol. La mesada para amasar tu pastafrola, el boliche nació para crear nuevos amoríos. No importa si sos lindo, feo, simpático, un ortiva de aquellos, un forrito agrandado, un estilista amanerado, un empleado del zoológico municipal, un recalcitrante comunista, un enfermo antisocial, un amante de los cómics o un terrorista talibán. Todos pueden, todos podemos ganar en el boliche. Sólo hay que saber cómo.
Es el lugar convencional. Miles de mujeres presentes, cientos de mujeres borrachas, decenas de mujeres calientes. Nos están esperando.

Calificación: el más común. Lo más normal. Lo convencional. No tiene mucho mérito, pero tampoco hay que restarle. Qué se yo. Es un boliche.


La Playa


Uhh… verano, olas, el viento… qué mas lindo que chamuyar at the beach. Es una alegría inconmensurable, un placer de los dioses. Uno de los lugares más afrodisíacos para chamuyar, para ganar y hasta para rebotar. Rebotar tiene su gustito en la praia.
Esta comprobado científicamente que la arena genera fuertes estímulos seudo sexuales, y que el sonido del mar puede provocar orgasmos múltiples en los oídos de las damas. Dicho con otras palabras, es posible que te vean lindo sólo por estar en la playa (quemate, no seas gil de estar blanquito que no gusta).
Ejemplo, costa argentina, pongamos un Mar del Plata, parador de una playa, te estás por comprar algo para tomar, hace 38 grados de térmica y el mar, como siempre, está frío como la san puta. Estás ahí en la barra y llega ella, divina, en bikini (gracias Dios), a lo sumo con un pareo, si es timidona… y dice “me das un licuado de durazno y naranja?”, y vos pensás, “encima cuida su salud, es sanita, me encantó”. En ese instante, las aletas de tiburón se desplegan, los colmillos de lobo cazador salen como garras, y te acercás convencido (insisto, convencido) de que la mina ya es tuya. En la playa no hay lugar para tibios. Es un todo o nada. Si vas con dudas, va a preferir seguir tomando sol con sus amigas (que no tengas dudas, están buenísimas como ella. Los motivos continúan siendo investigados, pero que van a estar buenísimas, te lo firmo). La mejor, en estos casos, y la mas recomendable, es llamar a tu grupo de amigos (o al menos a los más presentables, si traes a uno borracho y son las 3 de la tarde tal vez sea una táctica errada), y atacar al grupo entero, porque las chances, haciendo un simple cálculo, se multiplican: SIEMPRE; a alguna de las minas les va a gustar UNO de tus amigos. Eso te asegura contacto con un par de días, y un par de días es tiempo suficiente (para un chamuyero, claro) para enamorar por completo a la que elijas.
En fin, es raro, no todos pueden, generalmente hay que ser muy extrovertido, no es cosa de todos los días. Entrar, penetrar, lograr entablar conversación en la playa no es moco de pavo.

Calificación: Ojo. Sólo para expertos, la playa es un lugar divino pero difícil. Si entrás, probablemente termines casado con hijos. Si lográs entablar una relación, la playa los unirá para siempre (o para una noche, da igual).

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El Bar


Claro que sí. Sí se puede y está muy bien probar, es original y es entretenido. Es cierto que no ofrece la variedad de recursos que te da, por ejemplo, un boliche. Eso no lo vamos a negar. Pero hay que utilizar el contexto a nuestro favor: gente tranquila, hablando, un bar oscuro (fundamental si te salió un forúnculo, te acabás de cortar el pelo, o si por cualquier motivo estás mas feo que de costumbre), música “chill out” (qué carajo será chill out), mesas… Jugá con la ventaja de que las mujeres no están, como siempre, bailando como bobis toda la noche. Aprovechá que por un rato, las tenés tranquilas y bien a tiro. Digámoslo, conversar en un bar es mas propicio que hacerlo en un boliche. De eso no hay dudas.
La típica es acercarse (preferentemente de a 3, si si, no de a 4 ni de a 2, de a 3) a una mesa lindera a la propia (preferentemente con más de 4 mujeres), vaso en mano y si es posible un poco copeteado, y sacar un tema. Cuanto más bizarro el tema, más chances hay de ganar. El objetivo es sentarse. El resto de chamuyo.

Calificación: Muy posible y entretenido. Hay que probar, altas chances. Es difícil que se nieguen a dejarte sentar (aunque hay yeguas que lo hacen).


La Calle


Llegamos al paraíso. El Edén, el rey, el príncipe de los escenarios. La reina. La calle es el lugar más difícil, mas imposible, más impenetrable para el chamuyo del buitre. Buitrear en la calle ya es digno de admirar. Ganar en la calle se puede, pero nunca nadie lo hizo.
Y no me refiero a una peatonal, donde está lleno de mujeres prontas para salir, arregladas, caminando de acá para allá, enloquecidas por encontrar un hombre que finalmente calme sus ansias. Tampoco me refiero a esas Grandes Mujeres, con mayúscula, que alquilan su amor al mejor postor, que en la calle, y de noche, podés encontrar tranquilamente y más que chamuyar vas a tener que garpar.
No, me refiero a una calle convencional, no sé, un Leandro Alem y Libertador, un 9 de Julio y Santa Fe. La calle propiamente dicha. Qué lugar señores.
¿Nunca viste en la calle una minita que te volvió loco? Que te das vuelta y decís, “la $)”/$)!($% madre, como ¡”(#!=?/$ va a estar con ese /%”&$% y no conmigo, hija de “!($/%”&, dios mio… que ¡/”#&$)”, la re ¡(#&/$ que los parió!” (y más insultos también, lo sé, lo sabés).
Bueno, imaginate por un momento ir y entablar conversación, desplegar chamuyo, utilizar tácticas milenarias de seducción: en otras palabras, ser un ninja sigiloso enamorador de quinceañeras (chicos, en Argentina es legal a partir de los 18, anótenselo en la mano). El sueño del chamuyero.

Calificación: el imposible, el cacique, el Zar de los escenarios de la vida misma para buitrear. Si sos tiburón, intentalo. Aunque pierdas, te bancamos a muerte. Si ganás pegame un tubazo y contame todo.



El Casamiento


Tranquilo, el casamiento pero de otro. Sabemos que el buitre es soltero por naturaleza. Mundialmente famoso gracias a Rompebodas (gracias Owen Wilson por mostrarnos que hay nuevos mundos que explorar), este escenario de chamuyo es, digámoslo… especial. Imaginate. Casamiento de un amigo/a/primo/pariente lejano, o simplemente, un desconocido, utilizando la ya legendaria táctica de colarse y chupar gratis (alcohol, malpensados). La novia suele invitar a sus amigas de la secundaria, de la facultad, inclusive algunas excitadas invitan amigas de la primaria, del curso de botánica, en fin, un abanico de posibilidades prácticamente infinito. A la variedad y cantidad (y tal vez calidad) hay que sumarle el contexto: nada más sensible al amor que una soltera en un casamiento. Estudios de dudosa procedencia aseguran que una mujer soltera en un casamiento tiene un 44% más de posibilidades de darte pelota, que esa misma mujer en otro momento o lugar. Por lo tanto, tus chances aumentan con el sólo hecho de entrar al establecimiento. Apelá al golpe bajo. Lográ que crean que serías un padre ejemplar y al mismo tiempo un amante de la diversión. Hacelas sentir, por un momento, que se podrían vestir de blanco.
Por otro lado, y para confirmar su condición de gran escenario, los casamientos suelen tener una característica común: las mujeres son mas lindas. Tal vez gracias a las 18 horas de producción que les llevo arreglarse para ir a la fiesta, tal vez gracias a las 41 capas de maquillaje que tienne, o a las 20 veces que fueron a la peluquería, no lo sé, pero están lindas. Y la misma a la que en un boliche no le tirarías un tiro, acá es Evangelina Anderson. Atenti con verla a los dos días y que sea Gladis Florimonti. Guardiola con esto.

Calificación: los casamientos son espectaculares. Alcohol gratis, gente borracha, mucho baile, mucha soltera sensible, y muchas (muchas) mujeres producidas y divinas. Altamente recomendado por quien les habla.



La Oficina


Atención, laburante! Hay que decir dos cosas a modo de preámbulo: 1) “no mezcles lo profesional con lo personal”. Esa frase tan trillada y que a priori uno dice “pero me chupa un hue…”, debo admitir, tiene mucho de cierto. Relacionarse más allá de lo sexual (e incluso sólo sexualmente) con una compañera de trabajo puede traer tantas satisfacciones como problemas. 2) Cómo nos gustan las compañeras de trabajo. No me pregunten si es por el gustito de fingir de día y concretar de noche, no me pregunten si es porque está lleno de bombas sexuales (lo está, no lo nieguen), no me pregunten por qué, pero es así. A quién no le gustaría hacer un pequeño encame con esa chiquita de Administración que tan linda voz tiene por teléfono, y que cuando la conociste personalmente (porque bajaste al piso 2) no te decepcionó. Quién no se ha arreglado particularmente para ir al trabajo porque sabe que en el escritorio contiguo trabaja una zorra de esas que se ven en los años bisiestos. En fin. Qué lindas son.
Ahora sí. Como escenario, y en términos generales, resulta un lugar poco cómodo para chamuyar. En primer lugar, porque tal vez tu jefe ande cerca y te exija más laburo y menos cháchara. En segundo lugar, porque tal vez generes odio entre los hombres, que mientras fotocopian recibos te miran como diciendo “yo laburando como un pelotudo y essssste (si, con muchas s) no para de chamuyar”; y quedes como un pajero ante las mujeres (aunque después de todo, pensándolo bien, uno siempre queda como pajero). Ahora bien, dejando de lado el tema comodidad, qué gran lugar para el chamuyo. Qué lindo, cuánta emoción, verla todos los días, el acercamiento, el chamuyo en cuotas (porque claro, no le tirás los perros de una, sabés que si rebotás como una pelota, al otro día la volvés a ver, y ya lo va a saber toda la oficina), los comentarios intencionados, la respuesta tímida de ella ante los estímulos que no dejás de lanzarle… el típico “che, y salís este finde?”, con muchas ganas de que la respuesta sea “no, mis amigas se fueron de viaje al Principado de Andorra y vuelven a fin de año, estoy sola y encima me RE aburro en casa SOLA, miro pelis, como helado…” y con cada palabra que continúa vos te babeás más y más.

No se puede dejar de comentar, no obstante, lo siguiente: las oficinas son, habitualmente, un nido de histéricas. Vas a encontrar muchas veces una mina divina, que te trata como si quisiera tener 9 hijos con vos, que (según vos, claro) “no me para de tirar onda boludo, es tremendo”, y muchas otras cosas, pero en realidad se trata de la típica “es así con todos”. Te dice que tenes lindos ojos, y cuando viene el de Comercial a traerle unos papeles le dice “te queda re lindo el pelo así”, y al rato decís la puta que los parió, o está enamorada de todos o nos está pelotudeando a todos. Nunca olvides el principio “La que es de todos, es de nadie”. Tal vez lo hagan simplemente por su personalidad repleta de histeria, tal vez porque la psicóloga les dijo “fortalecé tus relaciones laborales”, en fin, todas esas cosas que dicen los psicólogos, y que claramente nos perjudican. Guarda con esto.

Calificación: todos lo hemos hecho y/o intentado. Hay buenas chances, y lo interesante es que se trata de un chamuyo a largo plazo: un poquito cada día, paso a paso, diría Mostaza; nada de apurarlas. Caminá con pie de plomo, pero adelante.



Lugares poco convencionales (pero no menos entretenidos)

La Iglesia: alto, hereje! Se puede, pero es difícil. Hay dos problemas fundamentales (en caso de que ganes): 1) tal vez quiera virginidad hasta el matrimonio. 2) tal vez te vayas al infierno. El infierno vaya y pase, pero la virginidad… Exceptuando esos detalles, el lugar es válido y se sabe, se sabe, en el ambiente se sabe, que las mujeres que uno ve en la Iglesia son superlativamente bellas. Sólo hay que animarse.

Transporte público: Esto incluye colectivos y subtes. Es de público conocimiento que en cada colectivo viajan 2 mujeres increíbles por cada 15 pasajeros, y que en el subte viaja una yegua por vagón, en un día promedio. Apoyarlas es válido pero sólo dará placer instantáneo: nunca vas a llegar a enamorarla (si lográs enamorarla apoyándola es una perra de antología, casate). Si ganás en un transporte público no sos Dios, pero sos un Moisés, un Abraham.

Vía Taringa.

1 comentario:

  1. Ahí me agregaste así que supongo que pudiste; Cuidate.
    Si supiera como seguir el blog lo haría jajaja.

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